Herida de humillación: generosidad excesiva


Herida de humillación: generosidad excesiva


Tu herida de humillación te hace experta en dar, dar y dar sin ningún tipo de límites.

Ella no conoce las fronteras, su bondad es como la de la Madre Teresa de Calcula.

No tiene nada malo ser generosa, pero supongo que tú no eres misionera. ¿verdad?

En el terreno sentimental, la herida de humillación puede jugarte una mala pasada.

Dentro de la pareja no podemos actuar como la Madre Teresa de Calcuta, porque si no el otro, pensará que todo es jauja y le enseñaremos que puede tomar de nosotras todo lo que le dé la gana.

Dese ella, generaremos relaciones muy dependientes, porque nos convertiremos en necesarios para el otro.

Seremos como su droga y sin darte cuenta entrarás dentro del terreno de la famosa codependencia.

La codependencia también se conoce comúnmente como “El Rol de la Salvadora o el Salvador”.


Desde tu herida de humillación, atraerás hombres a tu vida realmente necesitados, porque tú estás actuando en modo ONG.


Le estás ofreciendo un amor incondicional, como si fueras su Madre.

Una Madre ama sin condiciones a sus hijos, y aunque hagan cosas que de primeras no apruebe, finalmente, ella siempre tiene los brazos abiertos para recibir a su retoño si se cae al suelo con alguna decisión.

Bien, pues en este caso tu herida de humillación con su excesiva disponibilidad para el otro, te hará aguantar lo inaguantable, las faltas de respeto constantes.

Como estás en ese rol tan superior y maternal, el otro tendrá una excesiva confianza contigo y pensará que puede actuar ante ti como el quiera y de una manera muy egoísta.

Incluso desde tu herida de humillación puedes fomentar que el otro abuse de ti y se ría de ti.

Tu excesiva generosidad, atrae a niños heridos disfrazados de hombretones hechos y derechos.

En algunas ocasiones, serás vista como un recurso.

Serás observada por el otro desde el puro INTERÉS.

Espero que a medida que lees este artículo te estés dando cuenta de la importancia de modular el dar dentro del terreno sentimental.

Tu herida de humillación, no quiere vivir humillaciones y por eso es excesiva al dar, para evitar las faltas de respeto, pero como es una trampa psicológica creada por tu ego, finalmente eso que tanto estás evitando a través de tu esclavitud, vendrá a ti.


El otro verá en ti una fuente de amor y de bondad, una fuente de responsabilidad que encaja a la perfección con su falta de responsabilidad.


Verá tus espaldas grandes para sostenerlo y aguantarlo todo.

Y se te subirá a la chepa como lo intentan hacer los niños con sus padres en la infancia.

Desde tu herida de humillación, te cargarás con sus responsabilidades y llevarás a cabo tareas que sólo le pertenecen a él.

Por un lado pensarás que amas mucho a esa persona al vivir tan sometida a sus necesidades, pero en el fondo es una cárcel mortal.

Ambos os estáis moviendo desde vuestro lado más infantil.

Tú desde la niña inocente y bonachona que no sabe poner límites, que anhela ser libre, pero que en el fondo es algo masoquista como la máscara de su herida de humillación, porque le encanta que tengas una vida pesada y llena de culpa.

Él, desde su lado más egoísta de “solo quiero chupar teta y no me importa un pimiento tus necesidades”, es como un niño déspota que se niega a destetarse de su Madre aún sabiendo que ya tiene dientes y le está haciendo daño al pezón.


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Herida de humillación: Mamá es sumisa


Herida de humillación: Mamá es sumisa


Desde tu herida de humillación, juzgarás a tu Madre y a todas las Mujeres de tu clan como sumisas ante los hombres.

Si te das cuenta, desde esta sentencia, estás olvidando algo muy importante.

No estás reconociendo la madurez de cada una de estas Mujeres.

Te guste o no, su sumisión te trajo al mundo, te dio la vida.

Gracias a cada una de las historias de amor de todas ellas, tú llegaste al mundo.

Esta percepción de tu Madre y de las Mujeres de tu clan, sólo te traerá humillaciones a tus relaciones sentimentales.

¿Por qué?

Fíjate dónde tienes puesto el foco, en la desigualdad entre los sexos de tu clan.

Cuando hay desequilibrio, hay guerra.

Sin darte cuenta, cuando ves como débiles a las mujeres de tu clan, ya estás posicionada en un bando.

En realidad, ya estás en contra de los hombres.

Está claro que desde otra posición distinta a la que ellas tuvieron.

Pero en el fondo, te mueves desde su misma esencia, sólo que en el polo opuesto, la altivez.

Si las mujeres de tu clan fueron sumisas, tu te has convertido en la mujer que va a cambiar todo este patrón.


Ufff, esto puede convertirse en algo muy pesado para ti. (tu herida de humillación)


Desde tu juicio, te estás cargando de manera inconsciente con todo el dolor de esas mujeres de tu sistema familiar.

Te estás cargando con sus guerra internas y esto tarde o temprano, lo verás reflejado en tus relaciones.

Está claro que tú no eres nada sumisa, pero no estás haciendo esta elección desde el equilibrio, dese el respeto al pasado de tu sistema.

Por lo tanto, estás perpetuando la guerra entre los 2 sexos que tu sistema vivió. (también perpetúas tu herida de humillación)

No solo estás en guerra contra los hombres autoritarios, egoístas, manipuladores, narcisistas…

También estás en guerra con lo femenino.

Date cuenta del enorme peso que estás sosteniendo en tus espaldas, te estás adueñando de conflictos que no son tuyos.


Si juzgas a tu Madre como sumisa, estás desarrollando una lealtad ciega hacia ella y estás permitiendo que la herida de humillación pase a la siguiente generación, a tus hijas.


Este término en la terapia sistémico familiar simboliza como un amor inconsciente y desmesurado a tu madre.

Cuando una niña ve sufrir a su madre en la infancia, automáticamente tiende a sentirse culpable y tiende a protegerla.

Es un movimiento casi automático que todas y todos vivimos de pequeños.

Nos gusta ver a nuestra madre feliz.

Entonces, sin darnos cuenta, vamos a empezar a protegerla.

Si la vemos como sumisa, la vemos como débil, incapaz de tomar sus propias decisiones...

Desde ahí, seguro que intentas resolverle la vida, decirle lo que tiene que hacer, ocuparte de su victimismo.

Incluso lucharás por ella ante tu Padre.

Observa como esa lealtad te hace ocupar una posición más grande de lo que te corresponde en tu sistema familiar.

Te levantas por encima de la figura de Madre y de tu Padre, y esto solo traerá conflictos en la pareja y en resto de áreas de tu vida.

En este caso, pasarás de la herida de humillación a la herida de injustica.

De esta forma te cargas con la misma historia que tu Madre en el terreno sentimental.

Llegarán a tu vida experiencias donde los hombres intenten estar por encima de ti.

¿Cuál es la solución?


Mirar desde la neutralidad el pasado de las Mujeres y los Hombres de tu familia.


Todas ellas y todos ellos se eligieron desde su amor y también desde sus heridas.

Las víctimas obtienen un beneficio de sus verdugos.

Los verdugos obtienen un beneficio de sus víctimas.

Con esto no justifico que un hombre o una mujer sean maltradores.

Pero ambos roles, casan a la perfección, se encontraron por algo que tú nunca debes lograr entender.

Tan sólo tienes que respetarlo y a partir de ahí salir de guerras que no te pertenecen.

Volver a tu lugar de hija.

Sólo desde el respeto a las mujeres y los hombres de tu familia, lograrás una relación saludable.

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Herida de humillación y el victimismo


Herida de humillación y el victimismo


Tu herida de humillación te convierte radicalmente en la víctima en todas tus relaciones.

Te hace ver como a verdugos a todos los hombres y todas las personas de tu entorno.

Sentirás que vives en un mundo hostil y que has nacido para sufrir.

Desde este punto de vista, cuando llegue a tu vida una relación pacífica la descartarás por completo.

Tu herida, te hace adicta a las faltas de respeto.

Seguro que te has preguntado alguna vez: ¿Por qué siempre los hombres me acaban maltratando?


Ojo, con esto no les quito a ellos su responsabilidad sobre las cosas que te hagan.


Honro todo tu dolor, pero no puedes quedarte a vivir en él a través de tu victimismo.

Si te quejas constantemente de lo que ese hombre verdugo te hace o te hizo, acabarás reviviendo la misma historia de nuevo.

¿Por qué?

Te has posicionado como víctima una vez más y a partir de ahí te verás incapaz de poner límites, incapaz de salir de relaciones muy tóxicas.

El victimismo es muy amigo de la culpa.

Tu herida de humillación hará que te sientas culpable con mucha facilidad y desde aquí, serás un imán para los hombres manipuladores y narcisistas.

El victimismo te hace verte a ti misma como pequeñina, indefensa, y por lo tanto, también te costará horrores dibujar tus límites en el amor.

Aunque intentes ponerlos, no serán respetados por él, pues no los pondrás con la suficiente contundencia como para poner fin a esa relación.

Seguro que conoces en tu entorno o a modo personal, mujeres que han sufrido maltrato por sus parejas.

Lograron escapar de esa relación, pero finalmente al cabo de un tiempo, han vuelto con su verdugo.


Cuando estás dentro de tu herida de humillación, los hombres narcisistas te perseguirán aun cuando ya no estés con ellos.


Te buscarán cada mes o cada año, a través de un mensaje de whatsapp, una llamada de teléfono, un mensaje por facebook, intagram… 

Y si no estás fuerte, si sigues metida en tu victimismo, cogerás esa llamada y una vez más te volverás a ver dentro del bucle del abuso emocional.

Cada vez este abuso será más grande, pues acumularás más dolor y más culpa.

Culpa por haber caído de nuevo en sus redes.

Estas recaídas son devastadoras para tu autoestima y para tu poder personal.

Es muy importante que entiendas, que tu herida genera en ti una adicción a lo tóxico.

Cuando la grabaste en tu inconsciente, en tu infancia, asociaste al amor esta visión tan destructiva.

Seguramente porque presenciaste humillaciones entre tu Madre y tu Padre.


Tu herida te hace tener una visión distorsionada del amor. 


Seguramente estés cargando con los efectos de lucha entre los hombres y las mujeres de tu clan.

Una guerra donde los hombres intentan controlar y dominar a la mujer, generación tras generación en tu árbol familiar. 

Esto desde la terapia familiar se llama, lealtad familiar.

Es como una amor ciego a las mujeres de tu familia desde el cual te cargas exactamente con la misma historia que ellas, en su honor.

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