Autoestima y la herida de abandono (novena parte)
Observa a través de este texto, como tu herida de abandono destruye tu autoestima y tu salud por medio de la dependencia emocional…
Me acabo de despedir de él y comienzo a observar un cosquilleo con pequeñas punzadas en mi estómago.
Él sale por la puerta de casa y me dice adiós.
No se cuando volveré a verle.
En mi pecho, empiezo a sentir una losa invisible y a la vez muy pesada que hace que mis pulmones apenas tengan espacio para respirar.
Cada inhalación se vuelve minúscula, insuficiente, carente de oxígeno y de vida.
Ha pasado una hora, reviso mi móvil, pero no ha llegado ninguno de sus whatsapps.
Cuanto daría por leer en mi pantalla “Te amo, ha sido un fin de semana estupendo a tu lado”. Pero no llega…
La cabeza empieza a darme vueltas, mi pulso se acelera.
Por si fuera poco, su perfume sigue en mi cama y me quedo atrapada en su recuerdo.
No puedo más, y mis ojos se ponen a llover.
Debo continuar con mi vida, mi trabajo, mi día a día, pero me debilito y me tumbo en la cama.
Mi estómago una lavadora, mi pecho una cárcel, mi cabeza un laberinto y mi respiración un atasco.
La materia física de mi cuerpo pertenece a su ausencia.
Mi autoestima y yo somos esclavas del mayor de los abrazos, que hoy no llegará.
Que este vacío pare ya por favor, es devastador.
Cada poro de mi piel exclama su tacto y su presencia.
Reviso de nuevo mi teléfono y está en línea. ¿Le escribo? ¿No le escribo?
Me pasé el fin de semana cocinando para él, siendo la mujer perfecta, la amante pasional que él desea, y aun así… solo hay silencio textual.
¿En qué fallé? Estoy segura de que algo hice mal.
Siento pánico y un crujido en el centro de mi pecho que me incorpora.
Voy a llamarle, necesito hablar con él.
Descuelgo: 1 tono, 2 tonos, 3 tonos…llamada finalizada.
No contesta.
Le mando un audio con la voz entrecortada y diciendo “Mi vida me encuentro mal no sé que me pasa”
Lo ha escuchado y aún así no contesta.
Maldito doble check del whatsapp!
Este miedo me supera, me va a dar algo.
Me arrastro hacia la cocina, abro la nevera, ingiero todos los restos de comida del fin de semana como una fiera.
Paso del dulce al salado sin pensármelo. Otro poco más de chocolate.
Me pasé y aun así, las sensaciones de mi cuerpo no desaparecen.
Paso al plan b, el trankimazin. Lo meto debajo de mi lengua para que me haga efecto lo antes posible.
Me tumbo, estoy rendida y agotada. La pastilla hizo su efecto…
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Un abrazo Mujer Poderosa!